Autora: Lianyi Martínez
Borrego
Gilma Torres Pérez
La
gramínea conocida como caña de azúcar fue conducida desde sus lugares de origen
en Asia, y especialmente en la India, a distintas parte de África y Europa
hacia el siglo XV, por
lo regular siguiendo el rumbo de los movimientos migratorios, las invasiones y
el comercio. Los españoles y portugueses
reprodujeron las elementales técnicas de
extracción de los jugos que con anterioridad habían sido usadas por los
musulmanes en Andalucía y Valencia y así lograron consolidar el aprovechamiento
agrícola y manufacturero de la planta durante las centurias siguientes.
Este
producto agrícola llega a América, en la época del descubrimiento y conquista, a través de
navegantes, colonizadores y frailes procedentes de la Península Ibérica.
Siguiendo los rumbos marcados por la bula papal para el reparto del Nuevo
Mundo, los lusitanos llevaron la gramínea a Brasil y los hispanos a las
Antillas y a otras zonas del Norte y Suramérica[1].
Desde
la primera mitad del siglo XVI,
cuando se iniciaron los cultivos de la caña en América, su aprovechamiento se
ha realizado de manera ininterrumpida y cubriendo grandes espacios a lo largo y
ancho del Nuevo Continente. El posterior desarrollo que la agroindustria del
dulce llegó a alcanzar en varios de los países del área la convirtió en un sector determinante de sus
economías nacionales, mientras que en otros desempeñó una función
complementaria de suma importancia (Brasil, Colombia, Perú o México).
La caña de azúcar fue desde un principio la materia
prima por excelencia utilizada en la industria azucarera. Sin embargo, la
difusión de nuevas técnicas industriales en Europa para el beneficio de la
remolacha en el inicio del siglo XIX y su protección en los mercados del Viejo
Continente, originó una situación especialmente competitiva que afectó a las
tradicionales áreas cultivadoras de caña. Tales tecnologías y los aranceles
favorecieron el desarrollo de la oferta mundial de dulce y propiciaron el
establecimiento de fábricas en lugares que por su naturaleza o clima no habían
podido introducir la siembra de la gramínea y se habían visto obligados a
importar su jugo cristalizado.
El largo proceso de desarrollo que siguió la industria
azucarera en América
desde sus orígenes hasta nuestros días ha quedado
registrado en la memoria colectiva
gracias a los estudios realizados por varias generaciones de historiadores, economistas,
científicos sociales en general y técnicos industriales, agrícolas y químicos.
El desarrollo de dicha actividad ha ocupado un lugar destacado, en las obras dedicadas al análisis del pasado
en los países en que se implantó en mayor o menor grado, dependiendo de su
importancia económica y social.
Fue a finales del siglo XIX e inicios del XX cuando la
agroindustria azucarera alcanzó su madurez tecnológica, empresarial, mercantil
y financiera, con la
adopción de procedimientos de producción en masa y la
creación de grandes corporaciones elaboradoras de crudo y refinadoras[2].
Su crecimiento desde entonces agregó complejidad a su importancia económica,
social, política y cultural en las áreas dedicadas a dicha actividad. Los
ciclos del mercado internacional, generados por la competencia, las guerras y
otros conflictos y el proteccionismo, alternaron momentos de auge,
estancamiento y crisis, que afectaron a países, o a colonias completas muy
dependientes de ella, que se han estudiado en el contexto de los procesos históricos
particulares y generales con el fin de conocerlos mejor y de plantear
soluciones a partir de su análisis.
Otro elemento que ha sido tradicionalmente objeto de
estudio historiográfico es la esclavitud, que estuvo ligada a la plantación
azucarera desde sus orígenes y,
especialmente, en Haití antes de la Revolución de 1791, en
Brasil, Perú, Puerto Rico, los Estados Unidos y Cuba, sobre todo durante el
siglo XIX, y hasta la abolición de dicha institución en diferentes momentos en
la segunda mitad del siglo. El análisis del tema despertó la curiosidad de los
intelectuales, políticos y de diversos personajes desde fechas muy tempranas.
Como ejemplo basta citar la monumental obra de J.A. Saco[3].
Es un hecho conocido que antes de la década de 1920 la
historiografía latinoamericana estuvo muy impregnada de un aliento
político-nacionalista. A causa de ello, rara vez se planteó la necesidad de
conocer la historia de las economías ni de buscar explicaciones en ella para el
esclarecimiento de los
procesos que acontecieron en el devenir de los países.
No obstante, los problemas relacionados con las etapas de auge y crisis
provocados por la inestabilidad de la libre
competencia durante los años de la Primera Guerra Mundial y posteriores, sirvieron
de estímulo para que tales temas, y particularmente los relacionados con la
producción de azúcar, comenzaran a ser objetos de análisis en aquéllas zonas donde
se había convertido en una actividad fundamental. Las obras del cubano Ramiro Guerra,
del mexicano A Ruiz de Velasco y de A. Gayer se escribieron en ese contexto[4].
A partir de la segunda mitad del siglo
XIX, historiadores de muchos países, productores o importadores de azúcar de
caña y remolacha, empezaron a dedicar sus esfuerzos a los estudios relacionados
con el cultivo y la manufactura de dicho alimento. Durante los últimos cuarenta
años han sido publicados los más importantes libros sobre las actividades
agrícolas e industriales del sector en los cinco continentes, así como sobre
sus consecuencias económicas, sociales, políticas o medioambientales a lo largo
del tiempo.
Obras de carácter general, como la de N.
Deerr, publicada en 1950, o la posterior de S.W. Mintz, historias azucareras
nacionales, por ejemplo, la de E.J. Sehleh acerca de la Argentina, las de R.T.
Ely y M. Moreno Fraginals dedicadas a Cuba, C.Edquist a la Gran Antilla y
Jamaica (uno de los trabajos comparativos que también abundan en estos
estudios), T. Szmrecsányi a Brasil, B. Albert o P.F. Klaren al Perú, E.
Friedman a Paraguay, A. Ramos Mattei a Puerto Rico, F. Báez a la República Dominicana,
C.Y. Thomas a Guyana, o A.S. Eichner a los Estados Unidos, o la compilación
dirigida por H. Crespo sobre México, son algunos de los múltiples ejemplos de
una extensa y variada historiografía que, con el paso del tiempo, ha ido
ampliando los espectros de análisis, abordando cada vez más aspectos del sector
y de sus implicaciones en las sociedades de los países[5].
Junto a las anteriores, además, se
editaron obras con similares características,
pero con una perspectiva local, por
ejemplo, las de P. Eisenberg, dedicada a Pernambuco, S.B. Schwartz a Bahía
(ambas regiones se encuentran en Brasil), D.J. Guy o D. Campi a Tucumán
(Argentina), P.L. San Miguel a Vega Baja y F.A. Scarano a Ponce (en Puerto Rico
las dos últimas), J.C. Sitterson o J.A. Heitman al Sur de los Estados Unidos, o
L.W. Bergad a Matanzas (Cuba).
Además se han escrito estudios de
empresas, empresarios y también dedicadas a los sectores mercantiles y
financieros y organismos diversos implicados en la producción y comercio del
azúcar. Por otro lado, infinidad de trabajos editados, abordan el estudio de la
industria azucarera como tema principal o colateral, por su relación con
aspectos más generales o específicos de la historia de los países y regiones en
que se realizó dicha actividad, tanto económicos, como sociales, políticos o
culturales.
Ejemplos
de los que decimos, entre los muchos posibles, son los libros de los
colaboradores de este volumen, P.F. Klaren, Las haciendas azucareras y los
orígenes del APRA; O.G. Ramos, La caña de azúcar en la cultura colombiana; F.W.
Knight, The Caribbean: the Genesis of a Fragmented Nationalism, S.B. Schwartz,
Slaves, Peasants, and Rebels. Reconsidereing Brazilian Slavery, u O.Zanetti y
A. García Álvarez, Caminos para el azúcar[6].
De manera general existen obras que presentan
un recorrido amplio por el desarrollo del sector, y otros más particulares en
su cronología o contenidos, centrados especialmente en el cultivo o la
manufactura, en las relaciones laborales (incluyendo, claro está, la
esclavitud), la comercialización, financiación u organización empresarial, y
con enfoques en ambos casos que priorizan o mezclan lo económico, lo
estadístico, lo social, lo político o lo cultural.
Se debe tener en cuenta que su manufactura
que la industria azucarera sirvió de modelo
a la teoría sobre la organización empresarial, que su cultivo fue objeto prioritario
de la labor de agrónomos y químicos, y que ambos, junto a su comercio, financiación
y a una amplia gama de producciones y servicios requeridos por el dulce
negocio, ocuparon a una enorme cantidad de personas.
La mano de obra empleada, además, fue
aportada en muchas ocasiones por flujos migratorios permanentes y temporales
(para trabajar en la zafra), compulsivos (esclavos africanos y también chinos,
incluso indios yucatecos en el caso cubano) o voluntarios, que configuraron
sociedades y culturas híbridas y, debido a ello, dieron lugar a un sin-fin de
conflictos, pero también a ejemplos de mezcla, convivencia y tolerancia y a
proyectos políticos, entre los que se debe citar la temprana revolución negra
de Haití y diversos programas y gobiernos nacionales o regionales en Brasil, Cuba,
Puerto Rico y el resto de las Antillas. Por
lo tanto se llega a la conclusión de que existen sobradas razones por las
cuales las investigaciones acerca de
la industria azucarera en América y la
se han convertido con el tiempo en un tema historiográfico de primer orden.
Bibliografía
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e Industria en América Latina y Europa Meridional/ Mario Cerutti, Meno Villenga. --Madrid: Editorial Alianza,
2000.—167p
Guerra y Sánchez, Ramiro. Azúcar y
Población en las Antillas. / Ramiro Guerra y Sánchez.-- La Habana: Manual de
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1944.—195p
Saco, José Antonio. Historia de la
esclavitud en el Nuevo Mundo y en especial en los países americo-hispanos, 4
vols., La Habana,
Cultural, 1938 (1º ed. 1875-1879)
Santamaría Antonio y García Álvarez
Alejandro. Revista de Indias, 2005, vol.
LXV, num. 233, ISSN: 0034-8341,p.2
[1] Santamaría Antonio y
García Álvarez Alejandro. Revista de Indias, 2005, vol. LXV, num. 233, Pags. 9-32, ISSN:
0034-8341, p.2
[2]
Ibídem p.11
[3] Saco,
José Antonio. Historia de la
esclavitud en el Nuevo Mundo y en especial en los paises americo-hispanos, 4 vols., La Habana,
Cultural, 1938 (1º ed. 1875-1879).
[4] Guerra, Ramiro. Azúcar y
población de Las Antillas, La Habana, Cultural, 1927; F. Ruiz de Velasco,
Historia y evolución del cultivo
de la caña y la industria azucarera en México, hasta el año de 1910, México, Publicaciones de Azúcar, 1937, y A. Gayer et al., The Sugar Economy of Porto Rico, New York, Columbia Univ. Press, 1938.
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Genesis of a Fragmented Nationalism, New York, Oxford
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Bahia and Its Judges,
1609-1751, Champaign-Urbana, Illinois
Univ. Press, 1992, y O. Zanetti y
A. García
Álvarez, Caminos para el
azúcar, La
Habana, Ciencias Sociales, 1987
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