Autor:
Yanet Martínez Flaqué
Los
estudios históricos que se enfoquen en la problemática racial, han estado
prácticamente ausentes en las investigaciones con carácter regional. Específicamente aquellos que analicen la
dinámica del proceso asociativo de las capas negras como reflejo del movimiento
socio- económico y clasista de la sociedad civil, a partir de los diversos
espacios regionales o locales.
Por
ello, es válido reflexionar sobre las posibles causas y expresiones de por qué
en Santa Clara, uno de los centros urbanos del país donde con más fuerza se
manifestó la segregación racial durante la etapa republicana, los negros en
algunos sectores u áreas importantes de la sociedad civil mejoraron su posición
con respecto a los blancos a pesar de que como declara Alejandro de la Fuente
en su obra Una nación para todos. Raza,
desigualdad y política en Cuba 1900- 2000 “la tesis del racismo afirma que
el nacionalismo cubano sirvió para mantener subordinados a los negros (…)”[1]
El
estudio del proceso asociativo de las capas negras en Santa Clara entre 1899 y
1958 además de explicar las cuestiones enunciadas anteriormente, permite
establecer los vínculos y el papel desempeñado por las asociaciones de
instrucción y recreo negras de la ciudad, El Gran Maceo y La Bella Unión, en
acontecimientos como la sublevación del Partido Independiente de Color, la
Revolución de los años 30 o la lucha contra la dictadura de Batista, que no
necesariamente deben coincidir con las líneas de acción y proyección
manifestadas por otras agrupaciones, en otras regiones o ciudades del país.
También
posibilita determinar las redes familiares y clientelares que en torno a la lucha
por el progreso social y a determinados intereses sectoriales se consolidaron
en dichas agrupaciones en el período referido con anterioridad. Igualmente,
permite establecer la participación de las mismas en esferas como la educación,
la recreación, la religión y las celebraciones patrióticas, aspectos que
denotan su proyección social.
El análisis se centra en estas dos
asociaciones porque hasta el momento solo se ha constatado la existencia de las
mismas como centros de instrucción y recreo, en representación de los intereses
de los negros en la sociedad civil en Santa Clara entre 1899 y 1958. Como fecha
extrema inicial, el año en que comenzó la intervención norteamericana en la
Isla, donde la frustración de los ideales de independencia e igualdad social
defendidos en la Guerra Necesaria determinaron la reapertura y reorganización
de varias de las asociaciones de instrucción y recreo negras del país para
continuar la lucha por sus derechos ciudadanos e intereses.
La
fecha extrema final es 1958; año en que terminó la dominación neocolonial sobre
Cuba y comenzó a instaurarse, con la
nueva sociedad, una política social y racial que apuntó a la supresión de las
diferencias raciales y de todo tipo.
Los
estudios que explican la organización, el funcionamiento y la evolución de las
asociaciones de las capas negras como parte activa de la sociedad civil cubana
en sus diferentes etapas históricas, por lo general encaminan el análisis a
establecer generalidades y dentro de las especificidades que estudian aparecen
escasas referencias al desarrollo de las asociaciones negras en Santa Clara.
En
función de ello se hace necesaria la consulta de diferentes fuentes
documentales ubicadas fundamentalmente en el Archivo Histórico Provincial de
Villa Clara, en los fondos Registro de Asociaciones, Legajo 3 y Personal García Garófalo, legajo 7. En el
primero de ellos se encuentran relacionados los reglamentos de la sociedad de
instrucción y recreo El Gran Maceo correspondientes a los años 1899, 1914, 1919
y 1927; las actas de la juntas generales
de dicha asociación en el período
que abarca la investigación, así como sus balances de fondos.
El
fondo Garófalo incluye, en su legajo 7,
proclamas, manifiestos y otros pronunciamientos de ambas asociaciones
ante determinados contextos o circunstancias como los sucesos racistas
ocurridos en el Parque Vidal en Santa Clara en 1925 y la posición desplegada
durante el gobierno de Gerardo Machado y otros acontecimientos relacionados con
la Revolución de los años 30.
La
información se encuentra descrita a nivel de expedientes simples en ambos
fondos. Presentan además, diversidad en los tipos de papel, por ser de gran
extensión y cúmulo de documentos. En tal sentido, se puede distinguir tres
tipos fundamentales de papel: papel de pulpa química, papel de pulpa
semiquímica y papel de pulpa mecánica. Este último con una significativa presencia de ligmina,
componente que denota su marcada acidez. De ello depende, en buena medida que
el estado de conservación de los documentos con este tipo de papel se halle más
comprometido que el resto, que por lo general se encuentra en buen estado.
Los
documentos que contiene el legajo 3 del Registro de Asociaciones permiten
analizar cómo y con qué intereses se asociaron los integrantes de la sociedad
de instrucción y recreo El Gran Maceo, fundada el 13 de mayo de 1899 con los
elementos afines que conformaron las asociaciones de la etapa colonial El
Círculo de Obreros de Pardos de Santa Clara, El Gran Cervantes y El Trabajo.
Los reglamentos correspondientes a los años 1899, 1914, 1919 y 1927 además de
explicar los cambios en su funcionamiento, posibilitan establecer y valorar
parte de las estrategias discursivas utilizadas ante determinadas coyunturas,
vinculadas en lo esencial a sus intereses y a su lucha por la inclusión socio-
racial.
El
Gran Maceo, según sus estatutos reglamentarios se definió como una asociación
selectiva que llegó a aglutinar en algunos momentos de su devenir sólo a
mestizos que tuviesen acreditados moral, honradez y buenas costumbres; que
cumplidos los 16 años supieran leer y escribir.[2] Su
proyección social se encaminó, en buena medida, al fomento de la instrucción y
la cultura según se manifiesta, invariablemente, en sus diferentes
disposiciones reglamentarias, a través de las secciones y espacios que debían
establecerse con dicho fin.
Igual
importancia en ese sentido, revisten las actas de las juntas generales de la agrupación. En primer lugar
permiten establecer las juntas directivas que entre los años 1899 y 1958
rigieron la organización y el funcionamiento de la institución. Ello posibilita
determinar aspectos de importancia como la condición social de sus integrantes.
Es
por eso que el centro se distingue dentro de la sociedad civil de Santa Clara,
como cohesionador de la pequeña burguesía negra de la ciudad. Gran parte de los
integrantes de su directiva en el período correspondido, se desempeñaron como
barberos, zapateros, sastres, ebanistas, tipógrafos, carpinteros y
comerciantes; en la mayoría de los casos propietarios de los establecimientos
destinados a dichas producciones. Por otra parte ostentaron la condición de
profesionales, fundamentalmente maestros y abogados, o eran propietarios de una
o varias fincas urbanas o rurales en el territorio, valoradas en cifras
superiores a los doscientos pesos oro español.[3]
Atendiendo
a otras cuestiones las actas de las juntas generales permiten interpretar las
diferentes decisiones y pronunciamientos organizativos y de diversa índole que
se realizaron. Ello reafirma la condición de las sociedades negras como una
significativa estrategia de movilidad social.
En
ese sentido los balances de fondos de la agrupación permiten establecer las
principales actividades desarrolladas, su frecuencia y la importancia, según la
inversión que se destinase para ello. De igual manera es posible valorar la
disponibilidad económica que poseían sus miembros para el sostenimiento de la
misma, así como las estrategias utilizadas para ingresar fondos al centro.
Estos documentos son muestra además de la cierta solvencia económica de la que
disfrutó la sociedad en gran parte de su período de funcionamiento. Por solo
poner algunos ejemplos, se puede mencionar la adquisición de un edificio de altos valores arquitectónicos
como sede de la misma, la presencia en sus salones, sobre todo en las décadas
del 40 y 50 del siglo XX, de agrupaciones bailables de la talla de la Sonora
Matancera, según reafirma el testimonio histórico popular y la celebración cada
7 de diciembre de una velada patriótico- cultural en honor a la caída de
Antonio Maceo y Panchito Gómez Toro, que paulatinamente obtuvo alcance
nacional.
Otras
de las fuentes documentales que permiten un análisis del proceso asociativo de
las capas negras en Santa Clara son las recogidas en el fondo personal García
Garófalo. Manuel García Garófalo fue un
destacado periodista santaclareño, que se vinculó a la Guerra Necesaria donde
obtuvo el grado de Coronel del Ejército Libertador. Colaboró en gran cantidad
de publicaciones periódicas nacionales y extranjeras tales como la El Alba, La
Aurora, El Cubano Libre entre otras y durante los primeros años de la república
fundó el periódico La Publicidad. Se desempeñó también como escribano en la
Audiencia y secretario en el Juzgado de Instrucción. De ahí la variada
información que se puede encontrar en la documentación atesorada por el mismo.
De
dichas fuentes son de vital importancia para la investigación las proclamas y
manifiestos realizados por la sociedad La Bella Unión y El Gran Maceo ante
determinados acontecimientos de la historia nacional o local. A través de ellos
se pueden determinar los puntos comunes en las estrategias discursivas de ambas
sociedades, así como sus diferencias sobre todo en lo que respecta a la
condición social de sus integrantes.
En
tal sentido, la membresía y directiva de La Bella Unión, salvo algunas
excepciones estuvo compuesta por las capas populares negras de la ciudad,
aunque igualmente se proyectó hacia la ponderación de la moral, la honradez y
las buenas costumbres como requisitos claves para el acceso a la misma. Ello
constituía una importante aspiración de los negros en aras de que se respetaran
sus derechos ciudadanos.
A
través de sus pronunciamientos también es posible establecer una proyección
común entre ambas sociedades en lo que respecta al fomento de la instrucción
como estrategia de movilidad social y en sus concepciones sobre los
acontecimientos motivados por el arraigo de las prácticas segregacionistas en
el Parque Vidal de Santa Clara en 1925, por ejemplo.
Ante
la violencia racial ocasionada por el paso de un transeúnte negro por el área
ocupada tradicionalmente por las familias blancas en dicho espacio público,
representantes de El Gran Maceo y La Bella Unión establecieron una Comisión
Mediadora para visitar al Gobernador Provincial, al Alcalde Municipal y
Supervisor Comandante Betancourt, para comunicarles, en líneas generales, sus
criterios referentes al mantenimiento de la fraternidad entre blancos y negros
para lo cual consideraron debía mantenerse la tradición con respecto al paseo y
la estancia en los parques.[4]
Dichos criterios coinciden con un aviso de la alcaldía municipal que días antes
recogió la opinión mancomunada de estas agrupaciones negras con representantes
de la Colonia Española, la sociedad “Unión Club,” “Unión Villareña” y otras
figuras de la política y la prensa a nivel nacional y regional.[5]
Otras
proclamas y pronunciamientos son de interés para la investigación, sobre todo
porque permiten analizar e interpretar las distintas proyecciones de estas
agrupaciones ante procesos claves en la historia nacional como la revolución de
los años treinta. Ello avala la tesis de la diversidad de intereses y
estrategias que utilizaron las capas negras para lograr el tan anhelado
reconocimiento y progreso social.
Es
por eso que las fuentes documentales del legajo 3 del Registro de Asociaciones
y del 7 del fondo personal García Garófalo son significativas para analizar
cómo las sociedades El Gran Maceo y La Bella Unión fueron ganando un espacio en
la sociedad civil santaclareña entre 1899 y 1958, en representación de los
intereses y de la legitimación de los derechos ciudadanos que les correspondía
a sus integrantes
[1] De la
Fuente, Alejandro. Una nación para todos. Raza, desigualdad y
política en Cuba 1900- 2000. —La Habana: Editorial Imagen
Contemporánea, 2014. —p. 10.
[2] Archivo Histórico Provincial de
Santa Clara. Registro General de
Asociaciones. Reglamento de la Sociedad de Instrucción y Recreo El Gran Maceo 1919.
Artículo 1o. Legajo 3. Expediente 29.
[3] Registro
de la Propiedad Mercantil y del Patrimonio de Santa Clara. Inscripciones
correspondientes a Pedro Rodríguez López. Tomos 1, 14, 28, 29, 30. Fincas 49,
557, 878, 1141, 1185, 1240, 1255 y 1441.
[4]Archivo Histórico Provincial de
Santa Clara. Personal García Garófalo.
Al Pueblo de Cuba y especialmente al de Santa Clara. Santa Clara 24 de enero de
1925. Legajo 7. Expediente 334.
[5] Ibídem
hola muy interesante el tema me gustaría conocer más información al respecto le envió mi correo
ResponderEliminarrolando Núñez pichardo,
rolypichardo@gmail.com