Autora:
Lic. Adriana Mani Benitez
Introducción
En
las tres décadas de lucha independentista, la historia de las emigraciones
cubanas formó parte de la historia nacional. Las migraciones desde Cuba a
diferentes puntos del orbe comenzaron desde el siglo XVII y crecieron
vertiginosamente con el inicio de las gestas independentistas cubanas. A partir
de 1868 se fundan diversas comunidades de emigrados cubanos en Estados Unidos,
Centroamérica, el Caribe y Europa. Las comunidades se diferenciaron entre sí
por la actividad económica a la que se dedicaron en su estancia en el
extranjero y al sector social del que provenían la mayoría de los emigrados.
En
este período, las emigraciones brindaron el auxilio pertinente a las tropas
mambisas durante las gestas anticoloniales en oposición al colonialismo español
y su represión, en las emigraciones se apoyó públicamente la independencia
cubana. Para ello, se crearon diversas organizaciones patrióticas, entre las
cuales se encontraban los clubes revolucionarios. Estos fueron asociaciones
fundadas por patriotas durante las gestas anticoloniales decimonónicas, en la
emigración y también en Cuba. Su propósito era apoyar a las tropas mambisas del
Ejército Libertador, para así lograr la independencia cubana del colonialismo
español.
Los
clubes revolucionarios, en el proceso histórico de las luchas por la
independencia, surgen durante la Guerra de los Diez Años, y en la Tregua
Fecunda se convierten en célula organizativa básica de la preparación de la
Guerra Chiquita. Con el fracaso de dicha gesta, existió un visible deterioro en
cuanto al accionar de los clubes revolucionarios, aunque vale destacar que las
juntas de la emigración, auxiliaron cada intento de reinicio de la lucha en la
década de 1880.
La
creación del Partido Revolucionario Cubano (PRC) revitalizó y consolidó el
papel significativo de los clubes en la preparación de la gesta. El partido
aunó a las asociaciones existentes en la emigración y estimuló la fundación de
otras, las cuales recaudaron fondos económicos y enrolaron adeptos para la
siguiente gesta armada. En la emigración, con menor presencia de la represión y
vigilia del colonialismo español, se fundaron varias asociaciones en apoyo de
la independencia cubana.
Durante
la Guerra Necesaria en las comunidades de emigrados cubanos, acontece
paulatinamente una descomposición de los clubes de clase obrera debido a la
escasez de trabajo, la crisis económica sufrida por dicho sector y no poder
cumplir con la cotización del Partido. A su vez, ocurre un gradual
desplazamiento por las asociaciones de médicos, abogados, clase media e
intelectualidad que cumplían con las cuotas recaudadoras porque no dependían
del tabaco para su subsistencia. En las
comunidades de emigrados cubanos de los Estados Unidos existieron tres clubes
profesionales formado por médicos exiliados: El Club Profesional Federico de la
Torre de Tampa, el Club Profesional Oscar Primelles de New York y el Club
Profesional 27 de noviembre de Cayo Hueso.
Se
elige el Club Profesional Federico de la Torre, como objeto de estudio de la
presente investigación, por ser el primero, fundado por profesores médicos y
letrados, porque sus funciones se enmarcaban fundamentalmente en apoyar a la
Delegación a través de solventar las necesidades de material sanitario para la
Sanidad Militar mambisa. Además, fue inspiración para que otros emigrados
galenos cubanos fundaran organizaciones
con estas mismas características en las otras comunidades de emigrados.
Diversos
autores consultados- Hidalgo Paz, Diana Abad y Yoel Cordoví- identifican un
vacío historiográfico en el estudio de los clubes revolucionarios de las
comunidades de emigrados cubanos. Por lo cual, es pertinente investigar los
clubes fundados por intelectuales, en la comunidad de emigrados cubanos de
Tampa, Estados Unidos en la Guerra Necesaria, específicamente el Club
Profesional Federico de la Torre, por sus acciones y significación para el
proceso independentista. Para ello, la investigadora se propone explicar las
acciones diplomáticas del Club Profesional Federico de la Torre en auxilio al
Ejército Libertador y a la Delegación Plenipotenciaria.
Club Profesional Federico de la Torre:
gestión diplomática con la Cruz Roja Americana.
El
Club Profesional Federico de la Torre se fundó en la noche del 29 de abril de
1896 en el Liceo Cubano de la comunidad de emigrados cubanos en Tampa. Fue
iniciativa de los profesores de medicina cubanos residentes en West Tampa y en
Ibor City. A este club se le denomina
profesional por ser la mayoría de sus integrantes galenos: médicos,
farmacéuticos, dentistas, ingenieros y letrados. Su nombre Federico de la Torre
fue en homenaje a un joven médico -de las tropas de Antonio Maceo - que muere
desempeñando su profesión en el combate de Las Taironas.
En
cuanto a su organización, en 1896 el club se desglosó en directiva, Presidentes
de Honor y miembros activos. Resultado del trabajo organizacional del club,
para 1897 surgen dos nuevas nomenclaturas los socios de honor y los
representantes del club en el orbe. Tenía una directiva elegida por votación
cada año y se desglosaba en presidente, vicepresidente, secretario,
vicesecretario, tesorero y vicetesorero.
Entre
las gestiones para recolectar material sanitario, el club pidió ayuda a los
fabricantes de instrumentos quirúrgicos, drogas y material de curación de los
Estados Unidos. Ellos aceptaban donativos o rebajas en el precio de los
artículos. Pocas fueron las casas que ofrecieron su ayuda. Por ejemplo, accedieron al ofrecimiento de
una casa neoyorkina. Dicha empresa les abrió un crédito por 20 dólares y le
enviaron un catálogo de instrumentos para que escogieran.
Al
recibir las primeras ofertas, se lo comunicaron a la Delegación, explicándoles
que los mantendrían bien informados al respecto, pues desean sobre todo que
nuestros trabajos lleven siempre la aprobación de ustedes y en ningún caso se
pueda dar torcida interpretación. En el
mismo sentido, la membresía pidió al Delegado y al director del Periódico
Patria, una publicación que agradeciera a las instituciones y personas que
brindan su ayuda a la causa cubana, como Juan Pole de Filadelfia y Segury
Jonshon de Nueva York, entre otros.
Por
estas circunstancias, el club nombró Socios de Honor a toda persona o
institución que lo favoreciera con donativos de importancia. Este
club como otros del PRC tuvo representantes en diferentes lugares del orbe- Jacksonville,
Colombia, Santo Domingo, San José de Costa Rica, París y Londres- los cuales
realizaban recaudaciones para apoyar a los heridos en la gesta cubana. De igual manera, los representantes del club
no se consideraban miembros activos del club. Ademàs, Se designaron a Presidentes
de Honor, elegidos por las
significativas funciones políticas realizadas en la emigración y en Tampa.
En
sus inicios la asociación, como otras de la emigración, se trazó la misión de
recaudar pertrechos y armas. En los primeros días fundacionales se dedicaron
específicamente a adquirir y enviar pólvora a Cuba. Sus miembros temían no
conseguirla de primera calidad en el comercio estadounidense, se quejaban del
trabajo cuidadoso para su manipulación y se preocupaban por lograr la exacta
proporción para evitar accidentes en su transportación.
Por
esta situación, el Subdelegado de la República en el Extranjero -Joaquín
Castillo el 15 de mayo de 1896[1]- y el Delegado -Tomás
Estrada Palma el 24 de junio del mismo año[2]- los autorizan a destinar
sus fondos únicamente al envío de material sanitario. Durante la gesta, el club
pide aprobación constante a la Delegación para que se les permita utilizar sus
fondos para otros fines, los cuales no afectaban sus remisiones de materiales
médicos para la Guerra Necesaria en Cuba.
Añadir,
que la membresía se transformó hasta el fin de la guerra, con la suma de nuevos
miembros; cambios en la directiva y nuevas designaciones de funciones. En este
caso se registra a Joaquín L. Dueñas vicesecretario que se convirtió en
Representante del club en Filadelfia, por su traslado a este estado
norteamericano. También se reconoce para
finales de 1897, a Francisco de Paula Coronado representante del mismo en Nueva
York. Además, el Doctor Juan Milanés lo
nombraron Socio de Mérito y Representante del club en el Ejército
Libertador. Dicho doctor prestaba sus
servicios médicos en el Tercer Cuerpo de la Primera División de la Segunda
Brigada en Camagüey.
En
fecha del 10 de abril de 1897 conformaban el club 85 miembros, apuntados en la
Memoria Anual. El 21 de noviembre de 1897, solo pasaron 6 meses, Julio San
Martín le informa a Tomás Estrada Palma que el club había aumentado en 150
socios activos. La causa de este último
aspecto fue una realidad de la Guerra Necesaria, cuando era cada vez más evidente
la victoria mambisa, se sumaron más emigrados al PRC. Esta realidad se reflejó
en el Club Profesional Federico de la Torre.
En
algunas bibliografías, se afirma que el Club Profesional Federico de la Torre
se puede considerar femenino o mixto,
pero la investigación refuta este argumento. Primero, solo había mujeres
en el rango de Socios de Honor y Representantes del club, féminas que no se
incluyen entre los miembros activos del club. Por demás, en 1897 los miembros
activos del club suman 85 y en comparación con 12 mujeres, existe mayoría masculina.
Sin
dejar de mencionar, que el club se denomina profesional porque la inmensa
mayoría son galenos, excluyendo en primer lugar a las mujeres - que a finales
del siglo XIX no tienen posibilidades de superarse- y a los otros miembros que
no son profesionales. Por tanto, el club reúne a los individuos que apoyan el
logro de la independencia cubana, pero crean una jerarquía que divide por
categorías a los profesionales y a los no profesionales, todos hombres. Pero
las mujeres- están en una categoría inferior- aunque pertenecen al club no las
reconocen como miembros activos; por lo que existe una discriminación de género
y de clase social.
Diversas
razones, hicieron necesaria las acciones de los clubes revolucionarios del PRC
en el exterior: la llegada de Valeriano Weyler como Capitán General de la Isla,
causó la pérdida del apoyo de los campesinos a los mambises e incrementó la
escasez de los recursos de impedimenta. En el Ejército Libertador no existía
una administración militar organizada que propiciara y entregara a los
soldados, constantemente, de medios como: alimentos, medicinas, vestimenta,
calzados y otros accesorios. La Sanidad Militar mambisa no abastecía
suficientemente de medicinas y de instrumentos médicos al personal sanitario
para curar a los soldados de heridas de combates y demás enfermedades.
Por
estas determinadas circunstancias, el Club Profesional Federico de la
Torre, se particularizó por trazarse
como principal misión: auxiliar al
Delegado de nuestro Gobierno en el Extranjero (Estrada Palma) en los trabajos de organización sanitaria,
con destino al Ejército Libertador, aprovechando la presencia de gran número de
profesores de Medicinas y Farmacia,
domiciliados en Tampa.[3]
El
Club Profesional Federico de La Torre consagró sus esfuerzos, ya fueran materiales
o morales, a toda obra, encaminada
a la consecución de los ideales que sustenta el Partido Revolucionario
Cubano: la independencia de Cuba.[4]
Durante la gesta, cumplió su propósito mediante diversas acciones recaudadoras,
labores en apoyo a las expediciones, la remisión de disímiles recursos
sanitarios en auxilio a las tropas mambisas y las gestiones diplomáticas para
alcanzar la ayuda de la Cruz Roja Norteamericana. El presente artículo pretende
explicar dichas gestiones diplomáticas del Club Profesional para conseguir
ayuda sanitaria de la Cruz Roja Norteamericana.
En
el transcurso de la Guerra Necesaria, las tropas españolas acostumbraban a
atacar a los hospitales de sangre y asesinaban a los médicos y soldados heridos
cubanos. Los acontecimientos motivaron al club- que invitó a los otros dos
clubes de Nueva York y Cayo Hueso- a denunciar a los españoles ante la Cruz
Roja, los gobiernos de Europa y América. España faltaba públicamente al
compromiso que contrajo en la Convención Internacional de Ginebra: de respetar
a los heridos, médicos y hospitales, sin importar la nacionalidad y las causas
por las que pelearan en una guerra.[5]
El
club desistió de su reclamación después de revisar los Estatutos de la Cruz
Roja y resoluciones de la Convención de Ginebra. Cuba no tenía el menor derecho
a ser atendido porque los mambises no se les reconoce como beligerantes en la
contienda. De esa forma, la membresía decidió preparar un manifiesto protesta
para denunciar a España por su proceder cruel e inhumano en la lucha por la
independencia cubana. El manifiesto se confeccionó en el primer semestre de
1897.[6] Posteriormente, se remite
al Quinto Congreso Internacional de la Cruz Roja celebrado en Viena en
septiembre de 1897.[7]
En
el mismo año, los periódicos americanos anunciaban que el gobierno español
autorizaba a la Cruz Roja de los Estados Unidos a llevar un Cuerpo para asistir
a las tropas en Cuba. En la
correspondencia del club, la primera mención de preocupación por esta
proposición fue el 14 de febrero de 1897.
Julio San Martín -todavía con el cargo de secretario- le pide a Joaquín Castillo, la dirección de Miss Clara Barton, Directora
de la Cruz Roja Americana, para un asunto del Club.[8]
En
esta primera misiva, le pidieron a la Señorita Clara Barton la confirmación de
estas noticias. Del mismo modo, le comunicaban la disposición de los médicos de la asociación para auxiliar
a esta institución.[9]
Clara Barton respondió el 24 de abril del 97 en Washington en una misiva
personal, donde defiende la humanidad del gobierno español y su respeto a la
organización de la Cruz Roja. El club acordó
circular profesamente la réplica a esa carta, para que el mundo ilustrado
supiera como se comportaba España con los heridos y hospitales cubanos.[10]
Precisamente,
ese es el objetivo principal de la Carta Abierta, responder a Clara Barton a
través de ejemplos verídicos de asesinatos y fusilamientos a heridos
insurgentes; de destrucciones y asaltos a hospitales mambises y de asesinatos a
médicos en los hospitales de sangre. Así denuncia públicamente la estrategia
genocida, cruel e inhumana llevada a cabo por el ejército español en la lucha
cubana a finales del siglo XIX. De esa manera, intenta gestionar el auxilio de
la Cruz Roja Americana para las tropas mambisas. En este sentido, es
imprescindible exponer varios fragmentos determinantes, que ejemplifican los
argumentos y propósitos del club.
Le
explican que su honestidad le induce a
creer que el gobierno español no haya de faltar a los compromisos contraídos
con la Cruz Roja y con la humanidad, pero los hechos (asesinatos,
destrucciones, fusilamientos y demás atropellos) realizados hasta el presente, bastarán para disipar todo género de
dudas, atendiendo a que se han publicado oficialmente en periódicos españoles.[11]
Clara
Barton está convencida de que se respetará la neutralidad de la Cruz Roja en
suelo cubano por el gobierno español. El club le halaga su humanidad, pero le
advierte que España declara abiertamente
que el hospital cubano, sus
heridos o enfermos, mujeres o niños, no deben ser atendidos, por ser
considerados como rebeldes por el gobierno y que la Cruz Roja Española en Cuba,
los debe tratar como tales.[12]
Añaden,
el gobierno español no permite que los médicos ibéricos atiendan a los cubanos
heridos en combate. Tampoco que cónsules extranjeros ayuden materialmente al
pueblo cubano. Ellos explican a grandes rasgos diversas leyes extremistas y
atroces de los Capitanes Generales contra el pueblo cubano durante las gestas
independentistas. Al finalizar el documento, para contrarrestar las acciones de
los españoles, exponen varios casos de cómo fueron tratados los prisioneros
españoles por los cubanos, como son atendidos y devueltos a sus fuerzas
correspondientes.[13]
En
el mismo sentido, concluyen que los hechos presentados demuestran que el
gobierno español aceptará los servicios
de la Cruz Roja que les convengan, tratando de impedir, en cuanto este de su
parte, que sus auxilios lleguen hasta el campo cubano, porque esto se opondría
a su plan de devastación y exterminio. Por lo cual aceptarán ustedes- Cruz
Roja Americana- que nuestro club tiene
suficientes y muy fundadas razones para sus dudas.[14]
En
el final del documento, declaran: que los
médicos cubanos, por su inmunidad
respecto a las enfermedades endémicas de su país y por su propio decoro, tienen
el deber de brindar su cooperación a un cuerpo de médicos extranjeros que se
propone arrastrar en Cuba los peligros de la guerra y del clima, indagaron si
el gobierno les garantizaba las consideraciones de neutralidad, sin lo cual
fuera tontería ir de un modo consciente a entregarse indefensos en manos de los
verdugos , porque de no ser así, seguirán como hasta ahora incorporándose al
ejército cubano en campaña.[15]
La
directiva tramitó la divulgación de la Carta Abierta en los Estados Unidos. Le
enviaron 400 ejemplares de edición inglesa a Gonzalo de Quesada,[16] para que lo distribuyera
entre los diputados y senadores y los periódicos norteamericanos. También al
Delegado, le remitieron ejemplares en castellanos y dos en inglés.[17] A las gestiones del Club
Profesional, los cubanos respondieron con halagos para ellos y esperanzas para
la causa. El Delegado Tomás Estrada
Palma expresó: Ojalá que la narración de
los hechos que en el folleto se atan contribuya a hacer más conocidas las
nimiedades de nuestro enemigo y a mejorar las condiciones de los
revolucionarios.[18]
En
la realidad histórica nunca se comprobó la actitud del gobierno metropolitano
ante el auxilio de una institución humanitaria porque las gestiones del club no
resultaron. La Cruz Roja estadounidense socorrió a las tropas en la Isla,
cuando los Estados Unidos intervienen en la guerra independentista. Este suceso
ejemplifica que el gobierno norteamericano brindó su ayuda cuando más le
convino en su política de expansión territorial.
Ante
el fracaso de sus gestiones diplomáticas para conseguir la ayuda de un Cuerpo
de la Cruz Roja para el ejército cubano, el Secretario de Relaciones
Exteriores, Rafael Portuondo los animó: Lamento
el resultado desfavorable de esas gestiones debido al estado anormal en que nos
coloca la criminal indiferencia de las naciones, y afirmaba con todas las
fuerzas de mi alma la protesta levantada por ustedes. Pero se verán en la
lucha, contra toda clase de obstáculos, es la misión del cubano y así será más
grande la gloria de ese pueblo, al obtener su segura y próxima rendición.[19]
Conclusiones
El
Club Profesional Federico de la Torre se funda el 29 de abril de 1896 en el
Liceo Cubano de Tampa. Se denominó profesional por estar integrado por galenos
(médicos, dentistas, farmacéuticos) y letrados e ingenieros. Su estructura
organizacional la conformaban la base que eran los miembros. Además, se
nombraron a presidentes de honor, socios de honor y representantes del club.
Tenía una directiva elegida por votación cada año y se desglosaba en
presidente, vicepresidente, secretario, vicesecretario, tesorero y
vicetesorero.
El
Club Profesional Federico de la Torre para auxiliar sanitariamente al Ejército
Libertador y a la Delegación Plenipotenciaria gestionó el socorro de la Cruz
Roja de los Estados Uni dos para las tropas mambisas.
[1]
ANC. Fondo Delegación del PRC. Caja 21. Expediente 3191.
[2]
ANC. Fondo Delegación del PRC. Caja 98. Expediente 14663.
[3]
BNC. Partido Revolucionario Cubano. El Club Profesional Federico de la Torre.
Taquigrafía de Cuba. Tampa,1897.p.1.
[4] BNC. Partido Revolucionario Cubano.
El Club profesional Federico de la Torre. Taquigrafía de Cuba. Tampa, 1897.--p.2.
[5]
ANC. Fondo Delegación del PRC. Caja 98. Expediente 14622.
[6]
ANC. Fondo Revolución del 95. Legajo. 48. Expediente 6552.
[7]
ANC. Fondo Delegación del PRC. Caja 98. Expediente 14663.
[8]
ANC. Fondo Delegación del PRC. Caja 21. Expediente 3198.
[9]
ANC. Fondo Gobierno del 95. Legajo 48. Exp 6552.
[10]
ANC. Fondo Delegación del PRC. Caja 98. Expediente 14656.
[16]
ANC. Fondo Donativos y Remisiones. Legajo 553. Nº49.
[17]
AHPVC. Fondo ejército Libertador. Legajo 3. Expediente 134
[19]
AHPVA. Fondo Ejército Libertador. Legajo 3. Expediente 133
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